07 octubre 2015

Ilusiones y sueños



A veces es complicado describir con palabras los sentimientos, es como intentar cogerlos de cada rincón nuestro y condensarlos en un bote pequeño que muestre lo que sentimos a ojos del resto.  Aún así a veces conseguimos plasmarlo, en un papel, en una canción, o en palabras que se dicen en un momento determinado para perderse en el vacío y perdurar en la memoria.

Y en ese punto estamos, en el que cientos de cosas me bombardean por dentro ¿Amor? ¿Acaso ese sentimiento que creí que jamás volvería a aparecer decide hacerlo calando cada vez más hondo? Sólo se que cada vez que estoy a su lado quiero abrazarla y me pierdo en esos dos ojos azules como el mar en busca de respuestas, queriendo que cada minuto a su lado pase más despacio, que cada segundo con ella el tiempo se congele como los lagos en invierno.

¿Y ella que piensa? ¿Sentiría algo por mi? A veces supongo que no me valoro suficiente, veo más defectos y virtudes y en ella casi solo predomina lo segundo. Es entonces cuando me pregunto si alguien así podría sentir cosas por alguien como yo, si este sentimiento que llama a golpes intentando tirar la puerta de mi corazón podría llegar también a penetrar en el suyo.

Y quizás plasmar todo esto aquí no sea buena idea, quizás haga que huya, que salga corriendo por miedo a hacerme daño, y otra vez volveríamos a ese punto, el punto en el que los sueños e ilusiones se hacen añicos para tener que levantarnos otra vez del suelo y desear no enamorarme nunca más ni abrir mis sentimientos así otra vez a nadie.

Pero me cuesta, me cuesta callarme, porque creo que ponerle cadenas a los sentimientos es como atar a un caballo en contra de su libertad impidiendo que galope. Creo que los sentimientos deben salir, no me da miedo sacarlos, pero me aterra la reacción que se puede tener antes ellos... pero sobre todo el miedo es más intenso al pensar que otra vez todo podría salir mal.

Pero supongo que ya no hay vuelta atrás, si los sentimientos pudiesen controlarse esto tendría solución, pero no veo la forma de pararlo. No se si es amor, cariño, o lo que sea que sea esto, pero si se que hacía tiempo que no me sentía así y espero que ojala esto termine como esos sueños que se alcanzan por muy lejos que parecen y no como los que se rompen al ser consciente de la realidad y caer al vacío desde muy alto.

19 enero 2014

CARNE PARADA


El coche se paró antes de que pudiese llegar a una gasolinera. Me había perdido y por si eso fuese poco me encontraba en mitad de la nada y sin batería en el teléfono móvil, si las cosas podían ir a peor en aquel momento era impensable. Esperé minutos y horas y tras ver que ningún coche frecuentaba la carretera decidí seguir avanzando a pie a la espera de encontrar ayuda.

Se busca hombre de entre 23 y 35 años, de altura entre 1,80 y 1,90 y pasión por la gastronomía para mercado de próxima apertura. No es necesaria experiencia previa, tan solo pasión por la comida. Interesados llamar al teléfono 666xxxx11.

Aquel  anuncio me había llevado a aquella situación, llame al número y un contestador me dio la dirección de un pueblo que no figuraba en los mapas, no obstante no perdía nada, hoy en día una oferta de trabajo era algo imposible de rechazar. Cuando tomé el desvío sin embargo, el cual tampoco figuraba en ningún mapa, algo me dio mala espina, sin embargo seguí adelante y terminé caminando por esta carretera a la luz de un sol abrasador. Fue entonces cuando divisé un edificio a lo lejos, tras media hora llegué a sus puertas, "Mercado de Carne", anunciaba un enorme letrero en la fachada frontal.

La puerta corredera de metal chirrió al abrirse y los rayos de sol penetraron en el edificio. Tras llamar y no recibir respuesta me decidí en ir a buscarla. Lo primero que sentí al entrar fue un olor raro, parecido a carne quemada, aquella fragancia impregnaba aquel lugar. El aspecto que presentaba todo aquello era ni más ni menos que un mercado vacío, con sus cierres sin abrir y sin nadie que pudiese ayudarme. Sin embargo, fue al darme la vuelta para irme, cuando le vi. Era un hombre fuerte dentro de un impecable traje, de mediana edad, calculo que de mi altura y con los ojos y el pelo tan negros como el azabache.

-Bienvenido, ¿Señor...?-.
-Vengo por el anuncio-.

No fui capaz de articular otra frase. Me encontraba paralizado al ver a aquel hombre delante de la puerta de salida. No sabía cómo había llegado allí sin hacer el menor ruido y su mirada era tan penetrante…

- Pase a la sala del fondo- el hombre encendió las luces y vi a lo lejos una puerta- le esperan-.

Cuando quise volverme aquel hombre se había esfumado, como si de un truco de magia se tratase o quizás aquello fuese solo un sueño. El corazón se aceleraba conforme me acercaba a aquella puerta, me planté delante de ella y llamé al vacio, ya que la puerta se abrió antes de que pudiese golpearla. La sala, lugar a mi entender de la entrevista, contaba con una mesa y dos sillas a cada lado y ninguna otra puerta aparte de por la que entré. Quizás lo más raro de aquello no fuese el hecho de que allí no había nadie esperando, si no que de las paredes colgaban ganchos para la carne y cuchillos y la mesa que tenía ante mi estaba llena de sangre.

- Siéntese por favor- al volver la vista de la pared el mismo hombre estaba sentado en la silla-.
- ¿Cómo ha entrado? ¿Qué es todo esto?-.
- Su nuevo trabajo-.

La luz de la sala se apagó, o al menos eso pensé en aquel momento, la realidad es que alguien me estaba envolviendo la cabeza con una bolsa y cada vez me costaba más respirar hasta que finalmente perdí la conciencia.
-Bien, ahora si le parece bien hablaremos de las condiciones-.

Mis ojos se abrieron lentamente, me encontraba encadenado a la silla con aquel hombre al otro lado de la mesa, sus manos movían un bolígrafo sobre unos documentos mientras su mirada perseguía la mía con gesto serio.

- Quería darle ante todo la enhorabuena por reunir las cualidades que buscábamos y conseguir este puesto para el que muy pocos están preparados-.

Cuando fui a responder me fue imposible, algo tapaba mi boca.

- Bueno, si no tiene nada que decir continuaremos. Como le comenté antes mientras usted descansaba la vista el salario es de 1.000 euros la hora y la duración del contrato será de escasamente unos segundos, quizás minutos si no realiza bien su labor-.

Aquel hombre estaba loco y yo acabaría peor si no salía de allí. Me balanceé de un lado a otro hasta que la silla impactó contra el suelo rompiendo el candado de las cadenas y posiblemente alguna de mis costillas. Me levanté y aquel hombre ya no estaba en la sala por lo que sin querer pensarlo me precipité hacia la salida, sin embargo aquello que encontré era algo…diferente. El mercado había abierto y el olor era aun más penetrante, los puestos que me rodeaban estaban llenos a rebosar, pero no de ternera o cerdo precisamente. Tenía ante mí manos, brazos, piernas y cabezas. Cada puesto con algo distinto que ofertar, dos orejas al precio de una o un kilo de ojos al cincuenta por ciento. Intenté gritar pero no pude, seguía con la boca tapada. Busqué la mordaza pero no encontré nada, en su lugar un hilo recorría mis labios, los cuales, sin temor a duda, estaban fuertemente cosidos.

- ¿A dónde cree que va? Tiene que firmar el contrato- la voz de aquel hombre volvió a mis espaldas, delante de la puerta-.

Corrí todo lo que pude hacia la salida temiendo que aquel hombre, que parecía ser muy rápido, me diese alcance o me cortase el paso. Sin embargo logré salir al amparo de la noche y pronto divisé a lo lejos una furgoneta. Hice todos los aspavientos que pude hasta que por fin se detuvo a mi lado. Estaba salvado, por fin la suerte me sonreía en ese aciago día. El hombre bajó del coche con una escopeta, me sonrió y antes de que pudiese reaccionar me voló la cabeza con aquel arma.

- ¡Papá! ¡Te he dicho que dejes de jugar con la comida! ¡Ya van tres que se escapan en lo que va de mes!-.


Desperté sudoroso en mi cama, faltaban once minutos para que sonase el despertador, de nuevo tenía una mala noche antes de ir a sellar en la oficina del paro.

26 diciembre 2013

7.759


Hoy nos deja de nuevo otro diario de papel y la pena es que algunos se alegren de que nos deje. Uno puede tener una ideología u otra, estar de acuerdo con algo o no, y la prensa nos guste o no tiene sus puntos de vista. Y gracias a esos puntos de vista se da a cada persona lo que busca, dando así al quiosco una gran variedad de prensa escrita donde cada uno pueda ser libre de leer lo que más le apetezca. Hoy uno de esos puntos de vista desaparece, como ya sucedía hace un año con Público, y por ello perdemos puntos de vista sobre la actualidad. Alguno tachará esto que escribo de falta de profesionalidad, se dirá que dan igual los puntos de vista que si uno se quiere informar busca información objetiva. La objetividad amigos no existe, y no por ello es malo, el que no exista hace que podamos tener cada uno nuestra opinión sobre las cosas y transmitirla según lo vemos. Es lo que hace bonita esta profesión llamada periodismo, de la cual no me arrepiento por muy mal que esté, ya que nos permite contar e informar y que poco a poco perdamos la variedad de medios que informan me apena, porque toda ideología debe tener un lugar donde expresarse.

Han sido tres años y medio a bordo de este medio, donde a regañadientes me tocó trabajar en maquetación, y donde aprendí a manejarme dentro de ese ámbito gracias a unos maravillosos compañeros. He trabajado al lado de verdaderos profesionales, algunos tuvieron que dejarnos por el camino por los mismo motivos que nos llevan al cierre y otros me han acompañado hasta este día. A todos ellos gracias, porque me han demostrado que detrás de un medio y de una ideología hay personas, y que esas personas se dejan la piel sin recibir nada a cambio por su profesión. Hoy he leído comentarios de gente alegrándose por el cierre y deseando el mal a la gente que trabajaba dentro, es algo que nunca entenderé, los respeto y lo asumo, pero yo sé realmente quien había detrás de los 7.759 diarios que han sido publicados y de los que me enorgullezco de haber formado parte. Solo puedo desear lo mejor a todos, compañeros y ex compañeros y deciros que sigáis luchando, en esta vida las cosas a veces van mal, pero si se lucha y pelea por los sueños y por salir adelante todo es posible. Sé que no es fácil, pero tampoco este último año lo ha sido y muchos habéis peleado juntos por que saliese adelante. Por eso sé que podéis luchar y pelear y ojalá en un futuro todos y cada uno encontremos algo nuevo y nos vaya mejor.

Quiero también agradecer aparte de mis compañeros a gente que ha contado conmigo y que quizás no tuve tanta relación bien por mi exceso de timidez o por no haber coincidido. Por ello agradezco a los directores que pasaron por el diario durante mi etapa, Carlos Dávila, José Javier Esparza y el último en coger las riendas, José Antonio Fuster. Llevar un medio que se encuentra tantas veces en el ojo del huracán es difícil, y ellos lo intentaron contra viento y marea hasta donde se ha podido, por ello gracias.


Podría seguir escribiendo, contando mis vivencias y recordando buenos momentos, pero prefiero quedármelos yo ya que tampoco quiero aburrir al que lea esto.  Gracias a LA GACETA porque me quedo con la gente conocida y por haber tenido la oportunidad de trabajar en uno de mis medios favoritos como es el papel, quizás sin haber escrito tanto como me hubiese gustado, pero que tras 7.759 números muere dignamente. Nos guste o no la información genera opiniones y buenas o malas, este diario las generaba.

11 abril 2013

JUEGOS DE AZAR


El dado se deslizaba dentro de su puño a la espera de mostrar una cifra, una cifra que siempre estaba marcada por la muerte. No tardó en salir del puño y sus caras fueron mostrándose una a una mientras rodaba por el suelo, por mi parte no podía hacer otra cosa que mirar ya que de nada servía intentar librarse de las ataduras de muñecas y tobillos que me retenían en la cama de la habitación. Por fin un número, el 3, y así fue, una a una las balas salieron por el cañón, la primera impactó en los pulmones, la siguiente en el estomago y para terminar fue la última la que atravesó el corazón parando todo aquel sufrimiento.

Contemplé como mi mujer permanecía en el suelo muerta tras ser ejecutada por aquel asesino que llevaba varios meses persiguiendo, se hacía llamar entre los compañeros del cuerpo de policía "El Apostante" ya que recurría a juegos de azar para acabar con sus victimas y siempre dejaba pruebas de ello. En una ocasión una víctima había sido encontrada junto a una baraja de cartas, aquel asesinato fue llamado BlackJack y la víctima había tenido la desgracia de que aquel psicópata tuviese suerte ya que las cartas marcaban el número 21 y ese fue el número de puñaladas que recibió aquella persona antes de morir.

Y allí estaba él, un hombre joven, que nadie tomaría por un asesino en serie y que sin embargo se había convertido en mi obsesión por encerrarlo en una celda para el resto de su vida, pero me temo que el me había encontrado antes a mí. Su cabeza se encontraba rapada y mostraba un enorme tatuaje de un As de picas en el centro del cráneo acompañado por dos dados uno a cada lado. Sus ojos eran quizá lo que mejor reflejaba su locura, tenía una mirada perdida como si buscase algo desesperado y fue a mí a quién encontró. De su abrigo sacó lo que parecía ser una pequeña ruleta de juguete y la situó sobre mi pecho, le propondré un pequeño juego me dijo, y me sugirió que apostaríamos partes de mi cuerpo mientras que del otro lado de su abrigo sacaba lo que parecía ser un serrucho. Me colocó la ruleta para que pudiese señalar con el dedo donde caería la bola ya que mi boca se encontraba tapada y aposté al rojo.

La bola comenzó a girar por la ruleta buscando un lugar que depararía el destino de alguna de mis extremidades, 7 rojo, 12 negro... la bola giraba y giraba y finalmente se detuvo, 9 negro. Tuve la sensación que pasaban horas hasta que me desmayé del dolor, cuando desperté mis piernas ya no estaban y mediante un torniquete y un soplete había cortado la hemorragia, pese a todo no debía quedarme mucho de vida. Me dijo que lo sentía mucho pero si apostaba solo al color serían dos las extremidades que perdería, "Quién no arriesga no gana" dijo con una sonrisa macabra. Saqué fuerzas de donde pude, señalé el 7 negro y de nuevo la bola se puso en marcha. Mis ojos se cerraban y pensé que volvía a desfallecer debido al dolor, pero aguanté y de nuevo la bola se detuvo, pero fue 7 rojo y de nuevo volví a desmayarme.

Veinte años en el cuerpo dedicado a cazar todo tipo de asesinos y psicópatas, pero jamas me imaginé que sería yo quién ser convertiría en la presa y mucho menos de aquella manera con mi mujer muerta y yo apuntó de reunirme con ella. De nuevo desperté sin mi brazo derecho, puestos a mirar el lado positivo era zurdo y de salir vivo de ésta podría mantener mi brazo bueno a mi lado. Noté como la atadura se encontraba medio deshecha y quizás pudiese llegar a mi arma de debajo de mi almohada, no estaba todo perdido, sin embargo aquel hombre me rajaría el cuello con la sierra antes de que pudiese alcanzarla. En esta ocasión me destapó la boca y me permitió decir mi apuesta para no liberarme mi único brazo. 11 rojo pronuncié notando el sabor de la sangre en mi boca que parecía indicar que mi vida estaba apunto de terminarse.

La ruleta giró y mi vida pasaba por mis ojos al ritmo de la bola, fue entonces cuando tuve una idea, y en el momento de ir a detenerse escupí sobre la ruleta tiñéndola todo de rojo. Los instantes después de aquello fueron lentos, la locura se apoderó del asesino al no poder ver si había ganado o perdido, la sierra cayó al suelo ante un arrebato de rabia y yo aproveché para liberarme de la atadura y coger mi revolver para apuntarle a la cara. Fue entonces cuando su mirada de locura se tornó en incredulidad y me acusó de hacer trampas, yo le negué con la cabeza y le respondí con mis pocas fuerzas "Quién no arriesga no gana", en décimas de segundo el proyectil salió por la parte trasera de su cabeza quitando de en medio a aquel asesino. Mis ojos se cerraron y mi respiración se fue apagando poco a poco, ninguno de los dos ganaría después de todo, una sonrisa se dibuja en mi rostro instantes antes, supongo que al final siempre gana la banca.

10 marzo 2013

MOTEL DULCES SUEÑOS


Era de día, el sol se filtraba por la ventana de aquella habitación y las cortinas parecían haber sido blancas hace tiempo, ahora eran amarillentas y por algún motivo las moscas sentían cierta atracción por ellas.

Motel Dulces Sueños, así se anunciaba aquel lugar en la carretera. A ella, la había conocido la pasada noche y ahora yacía en la cama. Fue una noche espectacular, pasamos horas y horas bajo esas sábanas empapándolas de sudor y fundiéndonos una y otra vez. El neón del motel alumbraba en pequeñas ráfagas aquella oscuridad llena de gemidos.

El calor en aquel lugar era asfixiante, y el olor nauseabundo del cuerpo inerte de aquella mujer aumentaba por momentos. La sangre bañaba la cama tiñendo de rojo el amanecer mientras yo cuidadosamente lavaba el cuchillo. Con cuidado guarde el corazón extraído de su cuerpo en un frasco y lo oculté en mi mochila.

Su corazón fue cautivado por mí desde el primer momento en que la vi. Bailamos, bebimos, charlamos e introduje la pastilla en su bebida. Después de aquello todo fue más fácil, solo tuve que esperar los efectos de la droga y decirla que todo iría bien mientras subíamos a mi coche.

Envolví el cuerpo con las sábanas y puse otras nuevas con cuidado de limpiar meticulosamente la habitación. Aproveché un instante en el que nadie mirase y metí el cuerpo en mi maletero. Subí junto a mis cosas al vehículo y en pocos segundos arranqué el motor. Ni un nombre, ni nada que saber sobre ella, solo un número, once, el número de las muertes que llevo con esta y de corazones cautivados que adornarán mis estanterías recordando mis amantes.

04 marzo 2013

UN DÍA MÁS



Un día más en la vida del señor alcalde. Se levanta de su cama, desayuna y toma su café y se dirige al ayuntamiento en su coche privado, una limusina que como muchos otros días se encuentra resplandeciente ante el sol de la mañana, pero está acostumbrado, el SEÑOR ALCALDE es madrugador.

Un día más en la vida del conductor. El alcalde sube al coche sin ni siquiera saludar al que considera un empleado más, en el trayecto al destino oye llamadas que no deberían ser escuchadas y en ocasiones observa cosas que no deberían ser vistas. Tras un rato como viene siendo habitual llegan al destino y el alcalde se baja sin despedirse, pero está acostumbrado, el SEÑOR ALCALDE no es cortés.

Un día más en la vida de la secretaria. El conductor deja al alcalde en el edificio puntal como siempre, y él se dirige a su despacho donde no para de ordenarla que organice su agenda y sus citas del día. Ella le pasa todos los papeles y no recibe ni las gracias, pero está acostumbrada, el SEÑOR ALCALDE no es amable.
Un día más en la vida del periquito. El pequeño pájaro ve como la secretaria da paso al señor alcalde a su despacho, sin embargo pese a esperar recibir su comida pasan las horas y no recibe comida ni caricias, tan sólo obtiene desde su jaula la visión de un hombre riendo y contando fajos de billetes, pero está acostumbrado, el SEÑOR ALCALDE no es honrado.

Un día más en la vida del jefe de la policía. En su entrada al despacho ve como el periquito del alcalde comienza a estar en los huesos, como siempre tiene ante él tiene su sobre de dinero a cambio de hacer desaparecer pruebas y fotografías de las actividades comprometidas de aquel hombre. Hoy trae fotografías suyas en lugares de alterne y droga requisada para su uso personal, pero está acostumbrado, el SEÑOR ALCALDE es escoria.

Un día más en la vida de una bala. Ve a lo lejos como su objetivo se reúne con el jefe de policía, se ríe y no espera lo que está a punto de acontecer, la velocidad se incrementa y en cuestión de segundos rompe la ventana y se dirige a la cabeza del blanco la cual atraviesa de lado a lado, esto suele ser desagradable, pero está acostumbrada, el SEÑOR ALCALDE es hombre muerto.
Un día más en la vida de un asesino. La bala acaba con la vida del alcalde, su misión está cumplida y pronto recibirá su dinero, pero en este caso no era por dinero, era por justicia, no podía permitir que una persona en el poder jugase con el dinero gobernando y abusando del poder. Porque los hombres que nos gobiernan y nos ordenan deben dar ejemplo, con el paso del tiempo su codicia acaba destruyendo y haciendo daño a una sociedad que debe ser libre y vivir sin el yugo de un poder que busca enriquecerse sin importarle los demás, pero está acostumbrado, el SEÑOR ALCALDE era un corrupto.

05 enero 2013

OSCURIDAD


Me envuelve, me posee. Ya no hay marcha atrás, llevo un tiempo evitando su poder, buscando siempre esa luz que me aleja de ella, pero sin embargo aquí está de nuevo, atrapándome en sus gruesas redes que ya no me dejan volver a salir corriendo. 

Un escalofrío recorre suavemente mi espalda, sin duda es un anticipo de lo que está por venir, cierro los ojos y no hay diferencia de abrirlos o mantenerlos así. Siento como penetra dentro de mi, el frío cada vez es mayor y hace que las temperaturas bajo cero sean un paseo por la playa en pleno verano.

Pero lo peor sin duda comienza ahora, siento como mi corazón deja de latir con fuerza y comienza a hacerlo más lento, mis sentimientos se vacían, y lo que me separaba de cualquier otro ser sin vida comienza a no ser tan evidente ya que no siento ni padezco. 

El mundo tal y como lo conocía cambia ante mis ojos, se acabaron los sueños o ilusiones por vivir, se acabó cualquier motivo por el que luchar. Ella y yo somos uno, ya no hay vuelta atrás. 

Me quedo vacío, en un rincón observado la nada, a lo lejos veo una luz, supongo que quizás si que haya una salida, al fin y al cabo siempre queda algo de esperanza, pero mientras tanto yo continúo aquí, sumido en esta larga y espesa oscuridad.