19 enero 2014

CARNE PARADA


El coche se paró antes de que pudiese llegar a una gasolinera. Me había perdido y por si eso fuese poco me encontraba en mitad de la nada y sin batería en el teléfono móvil, si las cosas podían ir a peor en aquel momento era impensable. Esperé minutos y horas y tras ver que ningún coche frecuentaba la carretera decidí seguir avanzando a pie a la espera de encontrar ayuda.

Se busca hombre de entre 23 y 35 años, de altura entre 1,80 y 1,90 y pasión por la gastronomía para mercado de próxima apertura. No es necesaria experiencia previa, tan solo pasión por la comida. Interesados llamar al teléfono 666xxxx11.

Aquel  anuncio me había llevado a aquella situación, llame al número y un contestador me dio la dirección de un pueblo que no figuraba en los mapas, no obstante no perdía nada, hoy en día una oferta de trabajo era algo imposible de rechazar. Cuando tomé el desvío sin embargo, el cual tampoco figuraba en ningún mapa, algo me dio mala espina, sin embargo seguí adelante y terminé caminando por esta carretera a la luz de un sol abrasador. Fue entonces cuando divisé un edificio a lo lejos, tras media hora llegué a sus puertas, "Mercado de Carne", anunciaba un enorme letrero en la fachada frontal.

La puerta corredera de metal chirrió al abrirse y los rayos de sol penetraron en el edificio. Tras llamar y no recibir respuesta me decidí en ir a buscarla. Lo primero que sentí al entrar fue un olor raro, parecido a carne quemada, aquella fragancia impregnaba aquel lugar. El aspecto que presentaba todo aquello era ni más ni menos que un mercado vacío, con sus cierres sin abrir y sin nadie que pudiese ayudarme. Sin embargo, fue al darme la vuelta para irme, cuando le vi. Era un hombre fuerte dentro de un impecable traje, de mediana edad, calculo que de mi altura y con los ojos y el pelo tan negros como el azabache.

-Bienvenido, ¿Señor...?-.
-Vengo por el anuncio-.

No fui capaz de articular otra frase. Me encontraba paralizado al ver a aquel hombre delante de la puerta de salida. No sabía cómo había llegado allí sin hacer el menor ruido y su mirada era tan penetrante…

- Pase a la sala del fondo- el hombre encendió las luces y vi a lo lejos una puerta- le esperan-.

Cuando quise volverme aquel hombre se había esfumado, como si de un truco de magia se tratase o quizás aquello fuese solo un sueño. El corazón se aceleraba conforme me acercaba a aquella puerta, me planté delante de ella y llamé al vacio, ya que la puerta se abrió antes de que pudiese golpearla. La sala, lugar a mi entender de la entrevista, contaba con una mesa y dos sillas a cada lado y ninguna otra puerta aparte de por la que entré. Quizás lo más raro de aquello no fuese el hecho de que allí no había nadie esperando, si no que de las paredes colgaban ganchos para la carne y cuchillos y la mesa que tenía ante mi estaba llena de sangre.

- Siéntese por favor- al volver la vista de la pared el mismo hombre estaba sentado en la silla-.
- ¿Cómo ha entrado? ¿Qué es todo esto?-.
- Su nuevo trabajo-.

La luz de la sala se apagó, o al menos eso pensé en aquel momento, la realidad es que alguien me estaba envolviendo la cabeza con una bolsa y cada vez me costaba más respirar hasta que finalmente perdí la conciencia.
-Bien, ahora si le parece bien hablaremos de las condiciones-.

Mis ojos se abrieron lentamente, me encontraba encadenado a la silla con aquel hombre al otro lado de la mesa, sus manos movían un bolígrafo sobre unos documentos mientras su mirada perseguía la mía con gesto serio.

- Quería darle ante todo la enhorabuena por reunir las cualidades que buscábamos y conseguir este puesto para el que muy pocos están preparados-.

Cuando fui a responder me fue imposible, algo tapaba mi boca.

- Bueno, si no tiene nada que decir continuaremos. Como le comenté antes mientras usted descansaba la vista el salario es de 1.000 euros la hora y la duración del contrato será de escasamente unos segundos, quizás minutos si no realiza bien su labor-.

Aquel hombre estaba loco y yo acabaría peor si no salía de allí. Me balanceé de un lado a otro hasta que la silla impactó contra el suelo rompiendo el candado de las cadenas y posiblemente alguna de mis costillas. Me levanté y aquel hombre ya no estaba en la sala por lo que sin querer pensarlo me precipité hacia la salida, sin embargo aquello que encontré era algo…diferente. El mercado había abierto y el olor era aun más penetrante, los puestos que me rodeaban estaban llenos a rebosar, pero no de ternera o cerdo precisamente. Tenía ante mí manos, brazos, piernas y cabezas. Cada puesto con algo distinto que ofertar, dos orejas al precio de una o un kilo de ojos al cincuenta por ciento. Intenté gritar pero no pude, seguía con la boca tapada. Busqué la mordaza pero no encontré nada, en su lugar un hilo recorría mis labios, los cuales, sin temor a duda, estaban fuertemente cosidos.

- ¿A dónde cree que va? Tiene que firmar el contrato- la voz de aquel hombre volvió a mis espaldas, delante de la puerta-.

Corrí todo lo que pude hacia la salida temiendo que aquel hombre, que parecía ser muy rápido, me diese alcance o me cortase el paso. Sin embargo logré salir al amparo de la noche y pronto divisé a lo lejos una furgoneta. Hice todos los aspavientos que pude hasta que por fin se detuvo a mi lado. Estaba salvado, por fin la suerte me sonreía en ese aciago día. El hombre bajó del coche con una escopeta, me sonrió y antes de que pudiese reaccionar me voló la cabeza con aquel arma.

- ¡Papá! ¡Te he dicho que dejes de jugar con la comida! ¡Ya van tres que se escapan en lo que va de mes!-.


Desperté sudoroso en mi cama, faltaban once minutos para que sonase el despertador, de nuevo tenía una mala noche antes de ir a sellar en la oficina del paro.